Son dos personas que sienten, que aman y suspiran uno por el
otro, sus corazones laten a un ritmo
diferente, uno más rápido que el otro, pero aunque uno sienta más, el
sentimiento es el mismo.
Esa noche, esas dos personas tuvieron la oportunidad de
estar solos en un balcón, no por mucho tiempo, pero si el suficiente, quizás porque
se detuvo y en su paso todos los momentos oscuros se olvidaron. Sus manos se
entrelazaron y sus dedos se tocaron, sucedieron las pequeñas caricias con las
que soñaban, las cuales son las mejores. Sintieron el calor de sus cuerpos, uno más frio que el otro, lo que demostraba aún
más sus diferencias, pero sin embargo sentían.
Se miraron a los ojos y se perdían en ese túnel infinito el cual una
mirada te puede llevar, un túnel de fantasías y suspiros, de fondo una música que
ellos mismos ponía para hablar por ellos, las canciones eran la forma de
expresar lo que sentía uno por el otro, lo que soñaban, lo que amaban.
El momento de dos personas que sienten mucho, con la noche
de anfitriona con frías brisas y el cielo oscuro coronado de estrellas. El
momento perfecto para dejar flotar los sentimientos atrapados en el pecho que
han tenido tiempo soñando con estar cerca de esa persona que ama. El momento perfecto
para recordar por la eternidad...
“La fricción entre la superficie de tu piel y la mía es
equivalente al mejor momento de mi vida”.
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